Nunca pensé que fuera acabar viendo un concierto en una sala cuya entrada parece una antigua merecería de barrio, pero es que la esencia que propone y viene a traernos The Secret Social Club va unida a dos factores que toda gran ciudad debería tener; por un lado el misterio y por otro lado la tradición.
Bajada al infierno de metal que propone una estructura mitad club clandestino, mitad sala mítica.
La cosa no puede empezar mejor cuando uno desciende las escaleras y se siente una reinona mística ansiosa de Rock&Roll y ferocidad sin piedad.
Una abertura de show efectuada por unos señores llamados “Bifannah”, entre humo y luces tenebrosas, Guille Vázquez Zapata, Antón Martínez y Pablo Valladares se lanzaron a la piscina musical con un LP bajo el brazo llamado “Maresia”, y que mejor manera de romper el hielo que escupir notas lisérgicas, garajeras, tropicales y siderales.
Entre su set list estaba gran parte de ese Lp de 2017, a excepción de “Skeletor” de su Ep llamado Bifannah y un “Vem quente que Eu Estou Fervendo” (Rivas, Danne y Breno Miranda) y echando un vistazo a los temas uno podría pensar que se mueven entre la sexualidad, paisajes violentos y fronterizos, universalidad envuelta por una parcial psicodelia, que adornada por un portugués elegante hace que el coctel sea explosivo.
“Magic Mamba” lo dice todo en sus dos palabras, ojo a esos teclados juguetones y ese fondo perfectamente aplicable a cualquier banda sonora de peli de Tarantino, “Já ninguém gosta de você” melodías viciosas que enganchan desde la primera nota, dotadas de una suavidad que choca con las atrevidas guitarras; “Ervas” para dar un poco de calma en el discurso, pero un fondo siniestro de sacrificio, “Sol de Chuva” western psicodélico donde John Wayne cabalga inflado de LSD hacia el infinito sobre naves alienígenas, “A bruxinha” Psico-Bossa altamente adictiva y bailable en cualquier guateque y “Pequeño Selvagem” donde las teclas vuelven a entrar con fuerza para marcar a fuego el recorrido de un tema que mezcla la dulzura con puñetazos directos a la mandíbula, uno, dos, tres, sin parar hasta que te sacan todo el jugo contenido.
Seguramente no fue su mejor bolo pero yo vi cosas muy interesantes, porque al final, la mezcla , la valentía y el riesgo siempre tienen su premio y estoy seguro que ellos se llevaran el gato al agua y sino al tiempo.
Y llegaron esos ansiados The Mystery Lights, Zach Butler, Alex Amini, L A Solano y Mike Brandon frontman y hombre de la noche en todos los sentidos.
Hacía tiempo que no recordaba un arranque tan fuerte en un concierto, pura adrenalina y violencia Rock&Rollera, estos chicos tan “Mystery” no trajeron música garage a Madrid, sino que se trajeron el garaje entero de coches y motos llenos de alta velocidad y peligrosidad bien entendida.
Un blues encubierto en muchos de sus temas, puro desparrame que convirtió la sala en un barco en continuo movimiento, todo estudiado al milímetro pero dando la sensación que estaban improvisando en todo momento, porque esa es su clave, la magia y el misterio de no saber de qué pie cojean.
“Follow me home” decían porque allí hay “Too Many Girls” motivo más que suficiente para que las “Flowers in my hair-se convirtieran en Demons in my head”, hipnotismo Neoyorquino elevado a mil, mecanismo de reloj de mago de la antigua escuela, pero en esta ocasión sin chistera , ácido para nuestras venas ansiosas de caña, “To tought to bare” que rico blues, que rico espíritu negro, fantasmas del pasado volando por el escenario, y un chupito de surf garagero con “Melt” escape libre, rugido de motor de una Harley siguiendo al surfero por la carretera que une la playa con la montaña, “What Happens when you turn the devil down” funcionó como un resumen de lo que puede llegar a hacer la banda y se hace evidente en la rotura de acordes, guitarras estratosféricas, puñaladas en el alma del oyente con cada cambio de textura, de punta a punta, dominando, jugando con nosotros como cobayas en un laberinto de acero y cemento y un “Dead moon night” que enloqueció al personal, botella de espumoso abierta y derramada por el suelo, deslizamientos de Brandon, riesgos extremos, sudores cachondos y pura actitud la que estos señores se dejaron en The Secret Social Club.
Brutal, salvaje y adictivo.
Ganas de más, queremos Mystery Lights para iluminar nuestras vidas.
Texto: David Prida (Django Desencadenado)
Fotos: David Prida (Django Desencadenado)