Hasta cinco temas de su nuevo trabajo de estudio presentaron ayer El 23 Collective en el Café Comercial. Tras casi un año de Jam en la que Domingo tras Domingo nos dejaban con la boca abierta y en la que han contado con invitados de la talla de Jorge Pardo o Alain Pérez, han dado un paso al frente y tomado la decisión de convertir lo que empezó siendo un grupo de amigos intentando pasarlo bien tocando, en un documento que dará mucho que hablar. No todos los días tiene uno la oportunidad de ser el primero en escuchar el fruto de meses de trabajo de cinco músicos de este nivel (El disco está todavía sin publicar)… No todos los días tiene uno la oportunidad de asistir a lo que, si el destino es justo con estos enormes artistas, pasará a ser recordado como el día que El 23 por fin dejó claro cuáles son sus intenciones y de lo que son capaces a la hora de, no sólo tocar, sino además componer y producir su propia música.
Abrieron con La Sirena. Son mucho más que Latin Jazz o flamenco… a todos nos quedó claro porque introducen la palabra “underground” en la definición de su estilo. A quién se le hubiera ocurrido utilizar un bombo legüero para crear bases y sensaciones electrónicas. Quién se esperaba que el Petaca, mucho más que un pianista, abriera la noche con un sintetizador o que lo primero que oímos salir de la boca de Manu Masaedo, percusionista de los que te levanta de la silla por su elegancia y poderío, fuera un rap… no llevábamos ni un minuto de concierto. A que grupo de Latin tradicional hemos visto aparecer en el escenario con pedales de bajo, dos Macs y sintetizadores. Pero no se equivoquen, lo tradicional sigue ahí. Simplemente han encontrado la manera de integrarlo en algo mucho más amplio y excitante. Aunque durante el primer pase vimos la parte más experimental de su apuesta musical, ya en el segundo con canciones como Sin Ella de su nuevo disco o adaptaciones como Green Dolphin de Bronislau Kaper vimos al 23 al que estamos más acostumbrados.
Ver a Alex (Flauta y voz), Jesús Bachiller “Bachi” (bajo y voz), Petaca (piano), Manu Masaedo (Percusión y voz principal) y Kike Terrón (Percusión y voz) es ver algo que se da con menos frecuencia en el mundo de la música. Esta vez no hubo colaboraciones. Músicos que alcanzan la excelencia de la mano tocando juntos en un local durante años, viviendo juntos, pasando por alegrías y penas juntos. Su escuela son ellos mismos compartiendo y tocando todo el día, intentando emular a sus ídolos. La clave es que lo pasan bien. A día de hoy los cinco forman parte de todo tipo de espectáculos y sus servicios son requeridos por los grandes músicos de nuestro país. El 23 es Manu abriendo los brazos y dejándolos caer sobre las congas como si se fuera a acabar el mundo un minuto, y al minuto siguiente dejar que su voz te enamore. Bachi haciendo cosas con el bajo a las que pocos chicos de su edad tienen acceso y mostrando un entendimiento de ritmo y armonía a la altura de los más grandes. Es Kike sudando la gota gorda mientras se destroza las manos contra el aro de su caja con una elegancia… dando siempre con la frase justa, la que hace que la calidad de sus compañeros se multiplique exponencialmente. Da gusto ver a gente joven con esta pasión, con capacidad de arriesgar y de apostar por aquello en lo que creen.
Texto: Rafa Noriega
Fotos: David Prida (Django Desencadenado)