El café comercial de Madrid se convirtió en una auténtica fiesta del blues con mayúsculas negrita y subrayado.
Las Bombay Blues Tuesdays recibieron a THE MAD REEDS y nos hicieron viajar a territorios donde el brillo del sol reflectando en una harmónica, es la luz que alumbra el alma de aquellos que dudan entre ir al cielo o el infierno.
Un gran equipo formado por Carlos Arsuaga a la batería, dando ese ritmo con clase, sin prisa pero sin pausa, puro oficio en las baquetas, Marino Orejana al bajo que no engaña y da lo que busca la nota, Javier Díaz Castillo en unas teclas altamente inflamables y divertidas, César Crespo a las seis cuerdas domesticadas y juguetonas y como frontman Emilio Arsuaga, con su voz, armónica peligrosa y look Donnie Brasco simplemente rompedor.
Estábamos en Madrid pero a veces costaba no sentirse en Lousiana, el entorno del café es muy propicio para el viaje y los chicos de The Mad Reeds saben cómo tocar los palillos del inmenso e inabarcable territorio llamado blues, y hasta son capaces de jugar con ritmos de Rock and Roll, country y boogie- woogie.
Dominan el Swamp Blues de cabo a rabo, recordamos a Slim Harpo, pero no hay miedo a tocarse un Cajun Shuffle a lo Little Walter o irse por caminos del Rockabilly Lousianero y el country como si los mismísimos Al ferrier y Merle Haggard estuvieran tomando un buen gin tonic mientras aplauden las diabluras de Emilio y sus chicos.
Estos jefazos no tienen miedo a nada, la escuela de Chicago y ese genio llamado Jimmy Rogers pasan por las notas de los Reeds y deja su aroma como el que cocina un buen bacon ahumado y luego termina el menú con un puro y un bourbon. El hipnotismo causado sobre el público que distendidamente disfrutaba de una buena copa o cena, hizo que la conexión de la banda fuera más allá de la normalidad y predicaron buenas dosis de conciencia blusera vaciando cerebros llenos de radio formulas y lugares comunes sacados de hilos musicales saturados de tufo y mantequilla.
Hubo sonidos de Gary Primich, Sonny Terry y Brownie McGhee en ese “Live at the New Penélope Café” y hasta apareció un Hank Williams que convirtió el Café Comercial en un salón de Honky Tonk.
Un buen plato de calidad servido entre paredes con historia, al final la conciencia general tendrá que ir hacia el reciclaje y comenzar a ver blues en todos los sitios, porque el que no piensa en BLUES aún no ha nacido. Seguiremos este ciclo de armonicistas muy de cerca porque lo que sana el alma es también bueno para despejar la mente de maldades blancas y sin raíz.
Texto: David Prida (Django Desencadenado)
Fotos: David Prida (Django Desencadenado)